miércoles, 12 de octubre de 2011

El burgués, el loco, y el artista


El burgués compara gustoso el extravagante con el loco. El burgués intuye correctamente que se volvería loco de inmediato si, como el artista, el religioso o el filósofo, se aventurara en el abismo de su propio interior. Llamemos a ese abismo alma, inconsciente o como queramos, de él procede todo movimiento vital. El burgués ha colocado entre él y su alma un vigilante, una conciencia, una moral, un departamento de seguridad, y no reconoce nada que, procediendo directamente de ese abismo del alma, no haya sido sellado antes por ese departamento.

El artista, por el contrario, dirige su constante desconfianza contra esa autoridad fronteriza y entra y sale secretamente de aquí y allá, entre consciencia e inconsciencia, como si en ambas estuviera en casa.

Herman Hesse