jueves, 1 de diciembre de 2011

Un tejido de luz indescifrable


Telaraña: la forma en que la baba se vuelve seda me recuerda al poema. La araña secreta sus secretos y al darles forma los expone a la vergüenza pública.

Dura poco su arte. La gente se complace en destruirlo. Por hermosas que sean, las telarañas se relacionan con el olvido, el abandono, la ruina. O cosas peores: la trampa, la tortura, la muerte.
Confesar afición o al menos respeto por las telarañas es declararse fuera del juego, al margen de la tribu. Comos si a los quince años, cuando queremos ser aceptados en el equipo de fútbol o en la pandilla, confesáramos: "Me da pena decirlo: escribo versos".

También la araña escribe en la oscuridad un tejido de luz indescifrable. Al verlo en un cuarto que nadie ha visitado en muchos años, parece la escenografía de un drama ya invisible, los restos de una épica abolida.

Telaraña: crin de un caballo espectral, puente colgante entre el mundo de aquí y la noche que siempre está esperándonos.

J.E. Pacheco