Se levantó aquél día con dolor de cabeza, había dormido poco durante la noche. Era un dolor en las sienes, como si un duende travieso se hubiera metido en ella, dándole patadas continuamente.
- Una buena ducha me aliviará-, pensó
Lentamente, se dirigió al cuarto de baño arrastrando los pies descalzos. Entró y se miró en el espejo, los ojos hinchados delataban la falta de sueño. El pelo oscuro, largo y alborotado, la piel pálida. Abrió el grifo de la ducha y dejó que un chorro de agua caliente resbalara sobre su cuerpo. El cuarto de baño se llenó de vapor, ya no se distinguía nada. Con los dedos dibujó en el espejo una cara redonda, ojos saltones, orejas grandes. Una boca sonriendo. El pelo en punta, cuatro líneas verticales. Un dibujo infantil.
Limpió una parte del espejo. Luego empezó a poner caras divertidas: estiró los bordes de la boca con las manos, sacó la lengua, puso cara de asombro levantando las cejas. Apretó ligeramente la nariz hacia arriba, tenía cara de cerdito. Intentó dar a su cara una expresión misteriosa, como en las fotos de Marilyn Monroe.
Miró el reflejo de su imagen. Cerró los ojos y se imaginó que se trasladaba al otro lado del espejo, a un mundo mágico.
Uno...dos...tres!!
El Espejo, fragmento, Rosa 2005