miércoles, 10 de agosto de 2011

Le Limousin


Le Limousine, lunes 8 de agosto

Siempre que llego a este lugar, me entra una sensación de tranquilidad total. Sólo se oye el canto de los pájaros, domina el silencio. La casa cubierta de hiedra, el jardín lleno de macetas de flores multicolores. Mi lugar preferido es la enorme explanada en la parte trasera de la casa, donde habitan algunos árboles centenarios. Esa maravillosa luz, la sensación de estar fuera del tiempo y del espacio.

Sólo llegar, subo rápidamente las antiguas escaleras que conducen a la buhardilla y abro las ventanas de par en par. Más tarde las cierro de nuevo para que no entre el sol y el dormitorio permanezca fresco. Me gusta esa luz suave que entra por la ventana, las sábanas bordadas que huelen a limpio, el sonido de mis pies descalzos sobre la madera.

Al despertar, pronto por la mañana, siempre doy un corto paseo por el jardín. En el césped brillan minúsculas gotas, restos de la humedad de la noche. Aspiro el aire fresco y puro, observo a mi alrededor.

Y luego, reemprendemos el viaje de regreso a casa.