Cuando corría , dos mariposas aparecieron de repente y me acompañaron un pequeño trazo de mi camino. En aquél momento me vino a la memoria una hermosa leyenda oriental:
"Si una persona pide un deseo con vehemencia, para hacerse realidad debe contárselo en un susurro a una mariposa. Como ella no emite ningún sonido, no puede revelárselo a cualquier persona, sólo al Gran Espíritu del cielo, que oye y considera a todos. En gratitud por haberle entregado la libertad, te concederá el deseo".
Entonces pensé que, aunque no creo en el Dios de los libros y el Gran Espíritu, no tenía nada que perder y valía la pena probar. Después de barajar rápidamente algunas posibilidades, recordé que a mi cuñada le habían detectado un cáncer hace poco.
Y pedí mi deseo...